viernes, 28 de septiembre de 2012

El Acueducto de San Telmo

El Acueducto de San Telmo está considerado como la obra de ingeniería hidráulica más importante del siglo XVIII en España. Su autor fue el arquitecto José Martín de Aldehuela y su construcción se inició el 8 de Octubre de 1782, prolongándose hasta el 7 de Septiembre de 1784. El promotor del proyecto fue D. José de Molina Lario y Navarro, que se había hecho cargo de la diócesis malagueña el 10 de Abril de 1776.
En Abril de 1782, conocedor de la problemática de abastecimiento de agua en la ciudad y preocupado por los problemas que ello acarreaba, además de verse en disposición económica de acometer un proyecto que solucionase, o al menos paliase, sustancialmente el problema, Molina Lario empezó a realizar consultas a los canónigos Don Joaquín de Molina Sánchez y Don Ramón Vicente y Monzón sobre la posibilidad de llevar a cabo una obra que suministrase agua suficiente a la ciudad. El desarrollo de la parte técnica se lo encomendó a Martín de Aldehuela, encargándole la labor de reconocimiento de los terrenos para posteriormente elaborar el trazado.




La comunicación al cabildo de la ciudad la hizo Molina Lario el 22 de Agosto de 1782, explicando y justificando las razones por las que se realizaría la obra: la extensa población de Málaga, la salubridad pública y el auge comercial que estaban tomando su puerto y plaza hacían que fuese necesario traer a Málaga un gran caudal de agua. La captación se haría en las inmediaciones del "Molino del Inca", ya que desde este punto se podía traer fácilmente a la ciudad; además había cantidad suficiente, pues en la época de mayor sequía estival se encontró el caudal necesario y de una calidad superior a la existente en la villa.
Al igual que al ayuntamiento, el episcopado informó al rey Carlos III por mediación de D. José Moñino, conde de Floridablanca, que era en ese momento el Secretario de Estado.
El ayuntamiento malagueño dio conformidad a la ejecución del proyecto. Por otro lado, el monarca lo aprobaba mediante Real Orden de 21/9/1782. Molina Lario informó al consistorio de esta Real Orden y del nombramiento de los anteriormente citados Molina Sánchez y Vicente Monzón como principales responsables de la obra. Por su parte, el municipio nombró a Don Luís de Vivar y Don Pedro Rengel como colaboradores de estos.




El obispo concedió facultades a sus responsables para designar fuentes de utilidad pública para el abastecimiento, indemnización a los propietarios expropiados por el trazado, y para obtener del tesoro episcopal los fondos necesarios para la construcción del acueducto, sin verse sujetos a auditorias.
De esta manera describe Vicente y Monzón el comienzo de la construcción:
Entretanto que se practicaban las diligencias, se estaban preparando las herramientas y demás útiles necesarios, y se ajustaban Operarios, Barreneros, Rozadores y Cabadores. Dióse feliz principio a la obra en el día 8 de Octubre de 1782 con veinte y un hombres, y se fueron aumentando hasta ochenta, ciento y doscientos, a proporción que el Maestro Director D. José Martín iba designando terreno en que hacer los trabajos.


Así sucedió hasta el fallecimiento del obispo el día 4 de Junio de 1783. En esa fecha se suspenden las obras por orden del Juez Recolector de Espolios.










Fueron reanudadas el 24 de Junio del mismo año, gracias a la utilización del capital obtenido por el espolio* de los bienes del fallecido Molina Lario. Dicho espolio fue autorizado por su majestad el 9 de Junio de 1783 y comunicado por el colector general y vacantes del reino, don Pedro Joaquín de Murcia el día 13 de Junio de 1783.
La finalización oficial de las obras de la primera fase de la construcción se produjo el 7 de Septiembre de 1784, víspera del día de la Virgen de la Victoria. En ese día llegaron las aguas hasta el arca principal en la calle Refino, y corría por las zanjas practicadas para colocar las tuberías que llevarían el agua a sus distintos puntos de destino en la ciudad.
Vicente y Monzón indica que esto tuvo lugar en las siguientes fechas del año 1785, según se puede leer en su Relación de la Obra del Acueducto de Málaga del año 1786:
-A la fuente de la Plaza de la Merced en 6 de Agosto.
-A las del Palacio Obispal, a la de su Plaza, a la de la Santa Iglesia y a la de la Alcazaba, en 29 de Agosto.
-A la de la puerta de la Caba, en 3 de Septiembre.
-A las de la Plaza Mayor, Puerta del Mar, la explanada del Embarcadero y las de la aguada del Puerto, en 7 de Septiembre.







Aun quedaban por construir los molinos y parte de la cubierta del acueducto. La causa de este nuevo paro fue el agotamiento de los fondos, debido a que los espolios del fallecido Molina Lario ya no podían sufragar lo que restaba de la construcción. Se habían hecho 5.968 varas de cubierta, frente a las 10.000 necesarias. Nuevamente se produce la intervención de Vicente y Monzón, presentando al conde de Floridablanca, como interlocutor con el rey, dos medios para la financiación:
El primero era el Banco Nacional, al que se solicitaban 100.000 reales de anticipo para la finalización de las obras pendientes a cambio de hipotecar los productos de los molinos para el pago.

Consulado Marítimo y Terrestre
El segundo, pedir al Consulado Marítimo y Terrestre que aportase el capital necesario sin intereses, pero quedando éste en posesión de la administración del acueducto y todo lo que a él se refiriese, como molinos, aguas de riego y aguada del puerto. El fruto de esta administración se dedicaría al mantenimiento del acueducto, sus fuentes y molinos, así como la creación de una escuela naval (el futuro Colegio de San Telmo). Para esta opción se ofrecían 400 ducados** de distintos organismos de la ciudad, aduciendo que el Cuerpo del Consulado era la opción más autorizada para ello.




Esto fue remitido por el conde al monarca el día de Nochebuena de 1785, indicándole la necesidad del acabado de las obras para la ciudad.
Vicente y Monzón tasaba la construcción de cada uno de los molinos en 32.665 reales de vellón y 17 maravedíes, argumentando que la ciudad necesitaba entre 900 y 1.000 fanegas diarias de trigo, que hasta ese se molían en Torremolinos y Churriana, con un elevado coste de transporte al que había que añadir los problemas estacionales de crecidas del río Guadalhorce en invierno que impedían su paso. Con los molinos proyectados se podrían moler, según estimación del canónigo, unas 600 fanegas diarias, con el consiguiente ahorro. Como es natural, también adujo un interés militar, ya que el ejército ahorraría dinero y riesgos en sus abastecimientos, al evitar el paso por caminos dificultosos.
Ante estas dos opciones, se eligió la segunda, la del Consulado, siendo aprobada por el rey el 14 de Febrero de 1786. Por Real Orden de 29 de Abril de 1786 el monarca ordenaba la entrega de 40.000 ducados a los canónigos para acabar las obras.




Las primeras ordenanzas sobre el uso del acueducto fueron redactadas por Vicente Monzón y Molina Sánchez, como no podía ser de otra manera, e iban dirigidas al mantenimiento, gobierno y administración de las aguas de San Telmo.
El día 6 de Mayo de 1790 se hace entrega, por Real Orden, del acueducto al Consulado.
A partir de 1804 fue el Colegio de San Telmo el que se hizo cargo de la posesión y dirección del acueducto, dictando nuevas normas y condiciones. En un principio, todo parece indicar que el nombre de esta obra era "acueducto de Molina Lario", pero quizás fue esta última la causa del nombre por el que desde entonces se conoce.
El arrendamiento de los molinos se siguió a lo largo del siglo XIX, pero al final del mismo ya se imponía la modernización de este tipo de instalaciones, implantándose la máquina de vapor poco a poco. El primero en hacerlo fue el de Olletas en 1882.




En 1910 se mantenían en funcionamiento 8 molinos, 5 harineros, uno serrinero (fabricación de serrín de corcho) y dos para cortar mármoles. Algunos de ellos ya habían cambiado en esta fecha a la energía del vapor, como el citado de Olletas.
Su actual propietario es la Fundación Benéfica Caudal y Acueducto de San Telmo, formada por la Comandancia de Marina, la Confederación Hidrográfica del Sur, la Diputación Provincial de Málaga, el Ayuntamiento de Málaga, la Cámara de Comercio, el Obispado de Málaga, la Cámara Agraria y el IES Gaona. Está presidida por el obispo y el vicepresidente es el alcalde de la ciudad.
La financiación de la obra la resume claramente Pedro José Davó Díaz en su libro "El Acueducto de San Telmo" :
"En síntesis apreciamos tres puntos de financiación que hicieron posible el desarrollo de la obra:
la del obispo como promotor e iniciador; en segundo lugar la del espolio de su mitra y en tercero la del Consulado".

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