martes, 4 de septiembre de 2012

El Hundimiento de la Fragata Gneisenau

El día 16 de Diciembre de 1900, a causa del fuerte temporal, la fragata de guerra alemena Gneisenau, intenta la aproximación al puerto de Málaga hacia las once y media de la mañana. El comandante de la fragata, Kretschmann, había renunciado a la invitación de las autoridades portuarias para el refugio del barco.



Al poco tiempo, el fuerte oleaje rompió las anclas y la fragata quedó a la deriva, y fue arrastrada contra las rocas de la Farola. En ese momento, la nave empieza a hundirse con sus 3.000 toneladas y sus 470 tripulantes en el interior. En ese momento la tripulación empieza la evacuación del barco, algunos botes se estrellan contra las piedras y otros son volcados por el gran oleaje del mar. Una gran cantidad de malagueños acuden al lugar del siniestro a prestar socorro. Los malagueños se lanzan al mar con distintas embarcaciones, algunas de estas son hundidas por las olas, desde las piedras otros lanzan cables para rescatar a los náufragos. Murieron cuarenta y una personas, incluyendo al comandante Krestschmann, de entre ellos doce malagueños dejaron allí su vida por prestar su ayuda. Los heridos fueron ingresados en el Hospital Noble, los supervivientes en el Ayuntamiento y la oficialidad fue acogida en el domiciliio del cónsul aleman, Adolfo Príes. Toda la ciudad de Málaga y los supervivientes del naufragio se unieron en un entierro emocionante.





“Muy hospitalaria”, para la ciudad de Málaga
El recuerdo de la ayuda que recibieron, las atenciones que les dispensaron y la simpatía y la cordialidad que les mostraron los malagueños hizo que se crearan fuertes lazos de amistad entre unos y otros. Tan profunda fue la hermandad que se originó que algunos de aquellos marineros volverían luego para quedarse definitivamente. La prensa nacional e internacional se hizo eco del desastre y describieron a Málaga y a los malagueños como paladines de la solidaridad, el socorrismo, la atención hacia los náufragos y, fundamentalmente, como generosos ciudadanos que pusieron su vida en peligro y otros la dieron por salvar la de unos semejantes. Sólo por este gesto, la reina María Cristina, en nombre de su hijo Alfonso XIII, concedió a la ciudad de Málaga el título de «Muy hospitalaria», que desde entonces campea en su escudo.





El puente de los alemanes, el agradecimiento de Alemanía
La noticia de la catástrofe acaecida en Málaga llegó también a Alemania. La colonia alemana de esta ciudad, que no podía olvidar cómo los hijos de Málaga rivalizaron en solicitud y heroísmo aquel infausto 16 de diciembre de 1900 para el salvamento de sus hermanos los náufragos, recogiendo el deseo de sus compatriotas de mostrar alguna forma de agradecimiento al pueblo malagueño por su solidaridad con la catástrofe de la fragata Gneisenau, abrió, 24 horas después de ocurrida la inundación, una suscripción popular, que encabezó el propio emperador Guillermo II con una respetable suma, y secundada por ministros, ayuntamientos, cámaras de comercio y otros centros oficiales y particulares de Alemania. Los fondos recaudados se destinaron a la construcción de un puente en el lugar donde antes estuvo el de Santo Domingo.El proyecto fue redactado por los alemanes y se encargó su ejecución a la Sociedad Constructora Martos y Compañía, la cual lo presentó al Ayuntamiento para su aprobación, que la mereció en su sesión del día 12 de agosto de 1908. También se acordó en dicha sesión expresar a la colonia alemana la gratitud más profunda del municipio.Un año más tarde, el 31 de agosto de 1909, se empezó a montar la estructura, cuyo trabajo quedó concluido trece meses después. Las pruebas de resistencia se realizaron el 11 de diciembre, resultando satisfactorias. Ese mismo mes, el cónsul alemán ofrecía la obra al pueblo de Málaga, a través de su Ayuntamiento. Desde entonces está la pasarela de hierro de Santo Domingo dando paso a los peatones sobre el río Guadalmedina, desde el Pasillo de Santa Isabel a la Iglesia de Santo Domingo.La gente la conoce como “Puente de Santo Domingo” o, más cariñosamente, como “Puente de los Alemanes”. En uno de los dos arcos que le sirven de riostra cuelga una lápida de piedra enmarcada en hierro que literalmente dice: «Alemania donó a Málaga este puente agradecida al heroico auxilio que la ciudad prestó a los náufragos de la fragata de guerra Gneisenau. MCM – MCMIX.»




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